ORIGEN DE LA MASONERÍA LLAMADA
“IRREGULAR”
Masonería anglosajona y latina
Hoy día resulta anacrónico el hablar de masonería en un sentido
unívoco, ya que existen muchas masonerías independientes unas de
otras. No obstante, entre los tratadistas de la Masonería ha habido
una tendencia a establecer división entre una masonería anglosajona y
otra latina.
Algunos califican a la primera de regular en el sentido de que asume
fielmente los principios y las reglas dictadas por los fundadores. Es
decir, que entre otras cosas sólo admite como miembros a postulantes
que creen en Dios. Esta masonería anglosajona o regular, goza de una
situación oficial y de una elevada posición, y cuenta con
personalidades eminentes. En Dinamarca y Suecia, por ejemplo, el Gran
Maestre es el rey; en Inglaterra casi siempre lo ha sido un miembro de la
familia real. En EE.UU. hasta la fecha lo han sido también 16
presidentes, empezando por el propio George Washington etc.
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Carlos XIII
(1748-1818)
rey de
Suecia de
1809 hasta
1818 y rey
de
Noruega de
1814 a
1818, como
Carlos II de Noruega fue Gran Maestro y protector de la Orden
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Federico
Guillermo Carlos de Orange (1797-1881) príncipe de los
Países Bajos
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Eduard,
Duque de Kent, Gran Maestro de la
Gran Logia Unida de Inglaterra y su hermano Michael, Príncipe de
Kent (segundo y cuarto de izquierda a derecha)
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A lo
largo del siglo XIX, la masonería latina, en especial la francesa e
italiana, debido a las incidencias político-religiosas que afectaron a
estos países, experimentó algunas variaciones ideológico-prácticas.
Pero bajo Napoleón III, la masonería francesa, influida por los
elementos antirromanos de la política del emperador, organizó una
intensa propaganda anticlerical que se hizo fuerte en las logias
dependientes de los Grandes Orientes de los países latinos (tanto
europeos como iberoamericanos), hasta el extremo de que en varios de
ellos se llegó a la supresión de la antigua invocación masónica «A la
Gloria del Gran Arquitecto del Universo». El Gran Oriente de Francia,
en 1877, borraba de sus estatutos la obligación de la creencia en
Dios, en la inmortalidad del alma, y el tomar el juramento sobre la
Biblia, considerada como expresión de la palabra y de la voluntad de
Dios.
Esta decisión ocasionó en los otros medios masónicos una manifestación
escandalosa, sobre todo en Inglaterra y en EE. UU. Las obediencias de
éstos y otros países rompieron todas las relaciones con el Gran
Oriente francés, como luego lo harían con todos aquellos que siguieron
su ejemplo.
El problema de Dios en la masonería
El Gran Oriente francés, el 28 de noviembre de 1885 intentó que la
Gran Logia de Inglaterra revocara la excomunión lanzada con tal
motivo. La respuesta que recibió fue la siguiente: «La Gran Logia de
Inglaterra sostiene y siempre ha sostenido que la creencia en Dios es
la primera gran señal de toda verdadera y auténtica Masonería, y fuera
de esta creencia profesada como principio esencial de su existencia,
ninguna asociación está en derecho de reclamar la herencia de las
tradiciones y de las prácticas de la antigua y pura Masonería. El
abandono de este
Landmark, en la opinión de la Gran Logia de Inglaterra, suprime la
piedra fundamental de todo edificio masónico».
En 1938 y de nuevo en 1949 las tres
Grandes Logias de Inglaterra, Irlanda y Escocia declararon
solemnemente que «la primera condición para ser admitido en la Orden y
ser miembro es la fe en el ser Supremo. Condición que se considera
esencial y no admite compromiso». Finalmente, «quienquiera que entre
en la Masonería sepa, desde su admisión, que está estrictamente
prohibido sostener todo acto que tienda a subvertir la paz y el buen
orden de la Sociedad; debe obediencia a las leyes del Estado en el que
reside, y jamás ha de faltar al juramento de fidelidad que le liga al
Soberano de su país natal». Además, «ni en la logia, ni en calidad de
francmasón, le está permitido discurrir o propagar sus propios puntos
de vista acerca de cuestiones teológicas o políticas».
Esta doble obligación de creer en Dios
y de prohibirse en la logia toda discusión religiosa o política, así
como toda acción subversiva contra el orden público es tan importante
que la Gran Logia de Inglaterra «rechaza absolutamente tener relación
alguna y rehúsa considerar como francmasones a aquellas asociaciones
que se pretenden tales, pero que no se adhieren a estos principios».
Las Obediencias bajo la influencia de
la Gran Logia de Inglaterra sólo admiten en su seno a los que
(cristianos, musulmanes, judíos, hindúes…) reconocen un Dios como
principio creador –el Gran Arquitecto del Universo– y una fe en la
verdad revelada, tal como se encuentra en la Biblia y otros libros
sagrados, como el Corán, los Vedas, etc.
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Miembros de la logia
"Cosmopolita 13" fundada en Trujillo en 1883 bajo los
auspicios de la Gran Logia del Peru |
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Otras Obediencias –en especial algunas
de las llamadas masonerías latinas– son de inspiración racionalista o
liberal y rechazan, la referencia al Gran Arquitecto del Universo y
profesan un estricto laicismo.
El masón en cualquier caso puede vivir
en la logia la experiencia reconfortante de la solidaridad y del
saberse escuchar mutuamente, y experimenta la importancia del ritual.
Por esta razón, a pesar de la variedad de Obediencias y matices, todas
las Masonerías son coincidentes en la definición recogida en el
Diccionario Enciclopédico de la Masonería. Dice así: «la masonería es
una Asociación universal, filantrópica, filosófica y progresiva;
procura inculcar en sus adeptos el amor a la verdad, el estudio de la
moral universal, de las ciencias y de las artes, desarrollar en el
corazón humano los sentimientos de abnegación y caridad, la tolerancia
religiosa, los deberes de la familia; tiende a extinguir los odios de
raza, los antagonismos de nacionalidad, de opiniones, de creencias y
de intereses, uniendo a todos los hombres por los lazos de la
Solidaridad, y confundiéndoles en un tierno afecto de mutua
correspondencia. Procura, en fin, mejorar la condición social del
hombre, por todos los medios lícitos, y especialmente por la
instrucción, el trabajo y la beneficencia. Tiene por divisa Libertad,
Igualdad, Fraternidad».
Por lo que respecta a la Masonería
española de los siglos XIX y XX tres fechas pueden servir de ejemplo:
1890, 1934 y 1977.
El Gran Oriente Nacional de España en
su Constitución de 1890, publicada en 1893, se autodefine diciendo que
«la Francmasonería no es una religión positiva, ni una escuela
filosófica, ni un partido político. Rechaza todo exclusivismo, y su
doctrina y sus principios son universales, con los dogmas, principios
y doctrinas de todas las religiones, de todas las escuelas, de todos
los partidos. Reconoce y proclama la armonía de los mundos, creada y
sostenida por el Gran Arquitecto del Universo. El Gran Arquitecto es
causa eterna, ley primordial y suprema razón del Universo. Es eterno,
y eternamente trabaja». Respecto a la finalidad de la Masonería se lee
en dicha Constitución que consiste «en promover la civilización,
ejerce la beneficencia y tiende a purificar el corazón, mejorando las
costumbres y combatiendo el vicio; mantiene el honor en los
sentimientos y disipa la ignorancia y el error, propagando la
ilustración en todas las clases sociales».
Por su parte, el Grande Oriente
Español en su Constitución del año 1934 declara que «la Francmasonería
es un movimiento del espíritu, dentro del cual tiene cabida todas las
tendencias y convicciones favorables al mejoramiento moral y material
del género humano. La Francmasonería no se hace órgano de ninguna
tendencia política o social determinada. Su misión es la de estudiar
desinteresadamente todos los problemas que conciernen a la vida de la
Humanidad para hacer su vida más fraternal. La Francmasonería declara
reconocer, por base de su trabajo, un principio superior e ideal, el
cual es generalmente conocido por la denominación de Gran Arquitecto
del Universo. No recomienda ni combate ninguna convicción religiosa, y
añade que ni nadie, ni debe, ni quiere poner limites, con afirmaciones
dogmáticas sobre la Causa Suprema a las posibilidades de libre
investigación de la verdad».
Finalmente, una de las definiciones
más recientes data de junio de 1977 y es debida al Soberano Gran
Comendador del Grado 33 para España, Juan Pablo García Álvarez: «La
Masonería no es un partido político, no es un sindicato, no es ni
siquiera un grupo de presión. No intenta, ni lo desea, tomar el poder
político, porque la masonería no pretende reformar la sociedad, ya que
el único fin que persigue es perfeccionar al hombre, individualmente
considerado. La enseñanza de la masonería es de carácter moral y
filosófico, despierta el espíritu crítico de los individuos, así como
el odio a las tiranías. Así se explica que las tiranías, ya sean de
tipo fascista o comunista, siempre persiguen a la masonería… La
masonería se apoya en un fuerte sentimiento religioso, pues no podemos
admitir a nadie que no declare creer en Dios, y para que ese Dios
cubra todas las religiones –pues la masonería es universal– le
llamamos “Gran Hacedor del Universo”. Nuestras reuniones no son
válidas si no invocamos al principio y al final de las sesiones al
Gran Arquitecto del Universo, es decir, a Dios, y si no está sobre el
ara de nuestros templos el libro de cada religión; en nuestro caso, la
Biblia. Por tanto, rechazamos totalmente el ateísmo».
Extractado de: José
A. Ferrer Benimeli, “Qué es la masonería”, en José A. Ferrer Benimeli
(coord.), La Masonería, Historia 16, Extra IV- Noviembre
1977, pp. 14-19.
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